La princesa Mononoke


El último príncipe emishi, Ashitaka, salva a su aldea del asalto de un Tatarigami, un demonio que destruye todo lo viviente tan solo al tocarlo. Usando su arco, Ashitaka le da muerte aunque es herido por este, dejando una oscura marca en su brazo. 

Al observar el cadáver del monstruo, Ashitaka descubre que en realidad era el dios jabalíNago, que por medio del sufrimiento y el odio fue corrompido hasta convertirse en un Tatarigami. Ashitaka consulta a los ancianos de la aldea, temiendo por su vida al sospechar que la herida dejada por el demonio en su mano le haya transmitido su maldición. Ellos descubren una enorme bola de hierro en el cuerpo de Nago y comprenden que era la causa del sufrimiento que llevó a la locura al dios. La anciana del pueblo explica al joven que aunque su herida solamente cubre su brazo, se extenderá por su cuerpo y huesos hasta que muera. La maldición es un arma de doble filo, debido a que en los momentos en los que se deje llevar por el odio obtendrá una fuerza increíble a cambio de que se propague más rápido. Cuando esto ocurre, su brazo se llena de gusanos negros retorciéndose, similares a los que tenía Nago.
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